Este mes de octubre, al que Naciones Unidas llama todos los años el “urban october”, (se celebra el Día Mundial del Hábitat y el Día Mundial de las Ciudades), ha estado especialmente cargado de acontecimientos muy relevantes para el futuro de las ciudades.
En un rápido repaso, recordemos que del 12 al 15 se celebró en Bogotá la Cumbre Mundial de la red de ciudades más importante del mundo (Ciudades Y Gobiernos Locales Unidos, CGLU). En los días sucesivos (16-20 de octubre) más de 35.000 profesionales, representantes de más de 140 países y gestores urbanos se dieron cita en Quito para asistir a la gran conferencia de Naciones Unidas HABITAT III donde se ha aprobado la llamada nueva agenda urbana (NAU) para los próximos 20 años.
Como parte de HABITAT III, se celebró el pasado día 16 la Asamblea Mundial de Alcaldes, con la representación de unas 500 urbes de todo el mundo. Lo cierto es que las ciudades han colaborado en la definición de esta Nueva Agenda Urbana, cuya hoja de ruta no es vinculante pero sí resulta un buen camino a seguir o, al menos, un sensato principio para cambiar las cosas a mejor. Ahora, cada región del mundo y cada país tendrán que diseñar su propia agenda urbana y un plan de implementación.
Y ¿qué nos dice la NAU respecto al futuro de las ciudades? Pues que éstas han de ser la punta de lanza de la transformación global de nuestra sociedad o, lo que es lo mismo, que lo que no ocurra en las ciudades no ocurrirá en ningún otro sitio En 2050 seremos casi 7.000 millones de urbanitas, el siglo XXI será el tiempo de las ciudades. De ahí que los gobiernos locales se eleven con una voz cada día más potente e influyente.
De lo que haga París, Hong Kong, Moscú, Ciudad de México, Madrid, Lagos o Nueva York, y de la altura de miras de sus instituciones, dependerá el futuro sostenible de todo el planeta. La NAU nos advierte claramente que las ciudades deben convertirse en lugares más sostenibles, habitables, participativos, inclusivos y equitativos… y que esto no sólo hay que hacerlo en las grandes ciudades como las mencionadas antes, sino también en las urbes medianas (especialmente las de países emergentes), que son las que más van a crecer en las próximas décadas.
En este sentido, la NAU está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS 2030. La agenda, que aspira a ciudades más democráticas y resilientes frente a los cambios (especialmente a los efectos del calentamiento global), propone dos niveles de herramientas: los llamados facilitadores del desarrollo (normativas, leyes, sistemas de gobernanza, economía urbana…) y los agentes movilizadores (sistemas fiscales, planificación urbana, gestión de los servicios básicos, etc.).
De todas estas herramientas la más potente es la de un nuevo modelo de planificación urbana; es decir, necesitamos una urbanización planificada para ser más sostenibles, consumir menos recursos (especialmente el suelo) y tener sistemas urbanos más eficientes (por ejemplo en los servicios urbanos como el agua, los residuos, el transporte público, etc.).
Por ello, HABITAT III ha puesto especial énfasis en el tema de la vivienda, que al fin y al cabo es la base de todo crecimiento urbano, con dos recetas: crecer “hacia dentro” con rehabilitación (para las ciudades desarrolladas) y crecer de forma planificada basándonos en el interés general y la demanda real (para ciudades emergentes). La urbanización del mundo es imparable, pero ésta ha de ser sostenible y debe hacerse con la gente y para la gente.
En esta cumbre, una de las frases que posiblemente pase a la historia será la del alcalde de Montreal, Denis Coderre, quien dijo “no se puede definir el mundo sólo a través de los países y de los continentes. El mundo hoy se define a través de las ciudades”. ¿Quiénes serán los líderes del mundo en las próximas décadas? Muchos apuestan a que serán los alcaldes. Precisamente, este fue otro tema estrella en HABITAT III: si los líderes del futuro son los alcaldes ¿con qué herramientas contarán para hacer de sus ciudades la vanguardia hacia un desarrollo sostenible? Todo apunta a que serán los facilitadores del desarrollo de los que habla la NAU.
Con todo, las ciudades pelean en el día a día para mejorar los servicios urbanos, ser espacios más inclusivos y sostenibles, y para ofrecer a todos sus habitantes las mismas oportunidades ante la vida. De momento, los éxitos son pocos, pero parece claro que esto va a cambiar.