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Un picnic sostenible de primavera

Es tiempo de picnics, de hacer planes al aire libre para aprovechar estos días de sol y frescor antes de que llegue el calor abrasador del verano. Mi sugerencia es extender el mantel en un parque urbano y hacer la merendola con los amigos y familia disfrutando de la fauna y flora de la ciudad.

Para llegar al parque elegido lo mejor es desplazarse en bici sintiendo el viento en la piel. Podemos alquilarla en los servicios municipales. Bizi, en Zaragoza, BiciMad, en Madrid, o Bicing, en Barcelona, son algunas opciones.

Si vamos a recorrer distancias amplias mejor echar mano del transporte público o de coches eléctricos compartidos. En Madrid hay varias opciones, como Emov, Car2Go y Bluemove. Esta última está también en Barcelona y Sevilla.

En los parques podremos ver un sinfín de fauna urbana, sobre todo aves. Mirlos, ruiseñores, gaviotas, herrerilos, verderones o petirrojos, son algunas de las muchísimas especies que revolotean en las urbes. Podéis observarlas a simple vista mientras bajáis la tortilla de patata dando un paseo. A la vez, con el oído podéis disfrutar del canto. La app Aves de España, de Seo/Birdlife, os ayudará a identificar las especies.

Si os lleváis unos prismáticos podréis además espiar a los animales cazando, cortejando o vigilando su territorio. Si miráis con atención os daréis cuenta de que en los parque urbanos hay tanta acción y emoción como en un safari africano. Para ver este espectáculo de la mano de expertos, la Sociedad Ornitológica Española organiza excursiones de avistamiento de aves en la ciudad.

Para transportar las viandas para el picnic lo ideal es usar recipientes reutilizables o biodegradables. La última novedad son estos recipientes biodegradables hechos de pasto marino hallado en las playas. Son idea de Felix Pöttinger , estudiante de diseño del Royal College of Art y aunque aún no se comercializan, sirve como idea inspiradora.

 

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Están hechas con las fibras secas del vegetal acuático mezcladas con un extracto de celulosa proveniente de la misma planta. La masa resultante se prensa en moldes con la forma deseada y se cuece hasta que se seca por completo.

El agua es imprescindible en cualquier excursión al campo que se precie. Optaríamos por una botella que no produzca residuos. En la cesta de picnic podemos llevar una de vidrio reciclado, que podremos reutilizar tantas veces como queramos. O si nos ponemos innovadores usar una de polvo de agar, procedente de algas, diseñada por la estudiante Ari Jónsson.

 

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La botella mantiene su forma mientras hay líquido dentro. Es completamente biodegradable. Cuando se vacía, se seca y comienza a descomponerse. Si nos hemos quedado con hambre podemos comérnosla. Es un postre sostenible perfecto.

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