Algunas (o muchas) de las imágenes que ha dejado este año ya de COVID-19 serán difíciles de olvidar, desde las calles vacías a los merecidos aplausos, pasando por establecimientos cerrados. Cada uno tiene la suya.
Durante estos meses de pandemia, una actividad declarada como esencial fue la agricultura. Los agricultores han tenido un papel fundamental durante estos meses de nueva normalidad.
Con las dificultades sobrevenidas en tiempos de COVID, ha quedado de manifiesto el papel clave del producto local, aquel de kilómetro 0 que se cultiva o cría cerca de donde se consume: carne, pescado, frutas o verduras, entre otros.
Esa dependencia del exterior además de tener más tiempo para estar en casa ha propiciado que muchos hagan de la necesidad, virtud, y se lancen a hacer su propio huerto en casa.
Los balcones comestibles, la realidad del huerto en casa
Sí, sí, su huerto en casa. El espacio es oro, cierto. Y que no todos tenemos jardín, también. Pero si una cosa nos ha enseñado esta etapa de la vida ha sido que un comedor se puede transformar en una oficina, una habitación en un gimnasio y un balcón en ¿un huerto?
La idea de balcones comestibles, sin embargo, ya hace décadas que ronda. Y si no que se lo comenten a Gaspar Caballero de Segovia, diseñador de un sistema de siembra muy conocido y arraigado en Mallorca, que recibe el nombre de parades en crestall.
“Este sistema se puede desarrollar tanto en jardineras, llegando a cultivar 31 plantas en 0,84 metros cuadrados, como en el terreno directamente. Y todo mediante agricultura 100% ecológica”, explica el inventor del método.
Sin embargo, para la mayoría, el sistema de Caballero de Segovia gira en torno a una jardinera de 1,40 metros de largo, 0,60 de ancho y 0,30 metros de profundidad.
Es decir, 0,84 metros cuadrados para ser exactos. Estos jardines comestibles se pueden colocar tanto en balcones como en azoteas, asegurándose, eso sí, de recibir una mínima insolación y con el riego oportuno dependiendo de qué sembremos.
Para cerrar el ciclo de sostenibilidad, las jardineras se fabrican mediante madera certificada FSC, un aislamiento de caucho para protegerla de las humedades y un tratamiento posterior con barnices ecológicos. La fabricación recae en la Fundación privada Areté.
“Areté es un centro especial de empleo con un área de carpintería, que fabrica y comercializa las jardineras diseñadas por Gaspar Caballero de Segovia y adaptadas a su método. La empresa, de economía social, cuenta con una plantilla formada mayoritariamente por personas con problemas de salud mental, pues el objetivo principal de Areté es la inserción social y laboral del colectivo de salud mental”, explica Mercè Generó, gerente de la Fundación Arete.
¿Cómo cultivar tus propias verduras en casa?
Montar el jardín comestible es fácil. Después de aplicar una capa de cinco centímetros de drenaje, 15 de tierra y cinco de compost, se siembran cada una de las unidades con especies diferentes, agrupadas por familias.
De esta manera, en una se siembran liliáceas y umbelíferas (cebollas y apios), en la segunda compuestas como quenopodiáceas y cucurbitáceas (lechugas, calabazas y remolacha), en la tercera leguminosas y crucíferas (judías y coles) y en la cuarta solanáceas (tomates, berenjenas y pimientos).
En los poco más de 0,80 metros cuadrados se pueden cultivar hasta 31 plantas simultáneamente. El espacio se rentabiliza al máximo. En el caso de las lechugas, por ejemplo, no se cortan, sino que se van arrancando las hojas de las plantas haciendo que éstas crezcan en altura.
“A medida que las lechugas dejan su espacio a ras de suelo, se pueden sembrar entre ellas rentabilizando el espacio y llegando así a poder tener hasta 31 plantas en un espacio mínimo”, añade Cavallero de Segovia.
La siembra se alterna en filas de tres y dos individuos. Por tanto, en un estadio inicial hay un total de siete hileras, cuatro de tres individuos (12 lechugas), y tres hileras de dos individuos (tres acelgas, dos de pepinos y un calabacín).
“Cultivado en la forma tradicional, en la tierra, el calabacín ocuparía una superficie aproximada de un metro cuadrado mientras que con este sistema convive con otras 30 plantas más”, añade su creador.
Por tanto, la solución pasa, inexorablemente, por crecer en altura y no en superficie, por lo que, a medida que la planta crece y produce, se va atando. En caso contrario y debido al peso que alcanza la planta, se acabarían rompiendo los tallos.
La experiencia del huerto escolar
El colegio Ágora Portals, ubicado en Calvià (Mallorca) lleva años con huerto escolar bajo el sistema ideado por Gaspar Caballero de Segovia.
“Por diferentes razones el huerto había sufrido un pequeño abandono, pero ha sido en este inicio de curso 20/21 que nos hemos propuesto revivirlo. Lo hemos incluido en el currículum de Biología de 3º y 4º de ESO dedicando una hora semanal a la ecología, lo que hemos llamando Eco-Thursdays y Eco-Fridays. Vemos que los alumnos esperan con ilusión este día y disfrutan de participar en las tareas de cuidado”, explican desde el colegio.
Entre los objetivos de tener un huerto escolar está el de concienciar sobre la importancia de cuidar nuestro planeta; hacer un uso responsable de los recursos; promover hábitos de vida sana y saludables; dar a los alumnos la posibilidad de tener un contacto directo con la naturaleza dentro del entorno escolar; aprender las bases para un estilo de vida en armonía con la naturaleza y permitir que los alumnos sientan la responsabilidad que conlleva cuidar de algo, entre otros.
“En octubre iniciamos un proyecto sobre el cambio climático donde se trabajaron los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la agenda 2030, de ahí vimos la importancia del cuidado de nuestro entorno, el origen de los alimentos que comemos y su producción”, añaden.
Curiosamente el sistema ha trascendido nuestras fronteras. ¿Cuáles han sido los sitios más lejanos donde han vendido estas jardineras? “Seguramente las que enviamos a una clienta en Niza (Francia) pero actualmente es una venta mayoritariamente de proximidad”, explica Mercè Generó.
Y tú, ¿has probado a cultivar tu propio huerto en casa?, ¿qué resultados has obtenido? Háznoslo saber. ¡Te escuchamos!