Se veía venir, y así ha sido. Veníamos ya tiempo escuchando que el desarrollo humano estaba sufriendo un “frenazo” considerable debido a la pandemia de la Covid que arrancó a principios de 2020 y que todavía está entre nosotros. Y esta intuición, compartida por expertos y organismos internacionales y avanzada en numerosos informes, se acaba de expresar negro sobre blanco en el ‘Índice de Cumplimiento de los ODS 2021’, impulsado por el Sustainable Development Solutions Network, SDSN (Naciones Unidas) y elaborado este año por la Universidad de Cambridge.
La primera gran conclusión de esta edición anual del informe es que, por primera vez desde el año 2015, fecha de nacimiento de la Agenda 2030, el desarrollo humano ha retrocedido en 2020 a causa de la Covid y sus crisis sanitaria, social y económica.
Aunque todavía no hemos acabado con la pandemia, recordad que durante varios meses del pasado año el mundo estuvo literalmente parado, o más bien paralizado. La caída en los datos macroeconómicos no tenía comparación posible con crisis anteriores.
Ahora que vamos saliendo del túnel, este Índice recoge datos de 2020 (algunos de años anteriores al no estar actualizados) y nos arroja una radiografía bastante preocupante: tras cinco años de crecimiento constante y avances en casi todos los objetivos (lo que en Naciones Unidas llaman el cumplimiento de los 17 ODS), en 2020 se ha dado un paso atrás.
Como solo nos quedan 10 años para alcanzar las metas propuestas, este frenazo puede significar mayores dificultades para alcanzar la Agenda 2030.
España aguanta el tirón
Nuestro país “salva” una caída más pronunciada, según los expertos debido a que su estado de bienestar (sistemas sanitario y educativo, coberturas sociales, entre otros), ha soportado bien el envite de la crisis de la Covid. Tanto es así que sube hasta el puesto 20 en el ranking general formado por 165 Estados. En realidad, solo avanzamos dos puestos (en 2020 ocupábamos el 22), pasando a Canadá y Corea del Sur.
A pesar de este “saltito” en el ranking mundial, la radiografía de España no es muy alentadora. España tiene ahora tres objetivos en rojo, seis en naranja y ocho en amarillo, empeorando de manera significativa su ficha de 2020. Por ejemplo, caemos en el ODS15 (protección de ecosistemas terrestres) pasando de naranja a rojo, el mismo color en el que siguen los ODS 13 (acción climática) y ODS 2 (hambre cero).
A los colores de cada ODS le acompaña también una flecha de color que indica hacía dónde se mueve la tendencia de cada objetivo. Aquí España se mantiene más o menos igual que en 2020. Por ejemplo, mantenemos una buena tendencia en seis ODS, entre ellos el 5 (igualdad de género) o en el 6 (empleo decente y crecimiento económico), aunque la brecha salarial sigue en aumento.
No obstante, viendo la radiografía de otros países europeos y la ficha general comparativa de los miembros de la OCDE, casi todos los países de nuestro entorno económico han sufrido retrocesos. Por ejemplo, es interesante comprobar cómo Alemania o Francia no están mucho mejor que nosotros.
Hay un aspecto positivo donde España ha destacado especialmente. Existe un análisis desarrollado por el Banco Mundial que analiza la eficacia de cada país en cuanto a la captación, procesamiento y uso de los datos para generar los indicadores, una competencia que en nuestro caso recae en el Instituto Nacional de Estadística (INE). España ocupa el séptimo lugar a nivel mundial con 88,9 puntos sobre 100.
Retraso mundial en la Agenda 2030
En 2020, el mundo ha perdido un tiempo muy valioso para alcanzar la Agenda 2030. Llama la atención la caída generaliza en el cumplimiento de los ODS relacionados con la pobreza y el desempleo, directamente relacionado con la paralización de la actividad económica debido a la pandemia.
También se ha retrocedido en acceso a la educación, lucha contra la desigualdad y nivel de esperanza de vida. Como decíamos antes, desde 2015 por primera no solo ha decrecido en 2020, sino que también se amplía la brecha entre el avance de los países en vías de desarrollo frente a los desarrollados que, lógicamente, han aguantado mejor el impacto de la pandemia.
El ranking por países no ofrece muchas sorpresas respecto a 2019. Los países más ricos, especialmente los nórdicos, copan los primeros puestos, con Finlandia, Suecia, Dinamarca, Alemania, Bélgica, Austria y Noruega en los primeros lugares. Entre los 30 primeros solo hay cinco países no europeos: Japón, Canadá, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Chile. Este y otros datos más concretos de cada país apuntan hacia un debate que arrastran los ODS desde su nacimiento en 2015: ¿es esta una agenda de desarrollo fácil para los países ricos e inalcanzable para los más pobres?
Además, el documento del SDSN analiza los datos desde una perspectiva complementaria y muy esclarecedora. Las economías ricas son las que más deslocalizan su producción y las que más productos importados consumen; es decir que no han sido fabricados o procesados en sus territorios. En otras palabras “externalizan” los impactos ambientales, las emisiones de C02 e incluso permiten en los “países productores” situaciones de desigualdad sociolaboral, de limitación de los derechos humanos y de permisividad legal que no aceptan dentro de sus fronteras.
En este ranking tan particular, donde cero es el peor de los impactos externos de una economía nacional y 100 el mejor, los Estados miembros de la OCDE tienen una puntuación de 70,1 (España está en 64,8, un poco peor que la media de su entorno económico), mientras que, por ejemplo, el sudeste asiático está en 97,6 y África Subsahariana en 98,4. Unos producen y otros consumen. A veces parece que los indicadores de los países más ricos se hacen “trampas al solitario”.
En cualquier caso, según los expertos que intervinieron en la presentación de este Índice, el desarrollo humano o es global o no será, incidiendo especialmente en dos temas críticos que tienen un impacto planetario y que no conocen fronteras: la lucha contra el cambio climático (descarbonizar reduciendo emisiones) y la implantación de sistemas de economía circular en la extracción, transformación, consumo y gestión de los residuos.
¿Qué te parecen las conclusiones de este índice global ODS 2021? ¿Qué podemos hacer para mejorar estos resultados? Déjanos un comentario, ¡te escuchamos!