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Cinco árboles asombrosos

Son nuestros silenciosos compañeros de viaje. Sin ellos el planeta Tierra no sería verde ni el aire respirable. Absorben gran parte del dióxido de carbono que emitimos e inundan la atmósfera con oxígeno, que respiramos. A pesar de ello, deforestamos 3 millones de hectáreas al año.

Reciclar vidrio palía las consecuencias. Los españoles reciclamos unas 750.000 toneladas de vidrio al año, lo que equivale a evitar la emisión de 500.000 toneladas de CO2. Es decir, 24 veces la capacidad de absorción del madrileño Hayedo de Montejo o 4 veces el Bosque de Peloño, en Asturias.

Árboles Bosque Peloño

Árboles Hayedo Montejo

Algunos majestuosos árboles llevan largo tiempo habitando este mundo cuando nacemos y siguen en el mismo sitio, imponentes, cuando lo abandonamos. Os mostramos algunos de los más emblemáticos:

Hiperión, el más alto

Es una secuoya roja (Sequoia sempervirens) de unos 600 años. Hiperión es joven para su especie. Si fuese un humano sería un veinteañero. Mide 115 metros de altura. Sobrepasa ampliamente al Big Ben, de 96 metros. El titán vive en el Parque Nacional Redwood, en la costa oeste de Estados Unidos, al norte de San Francisco. Es la única zona del planeta donde estos árboles viven de manera natural.

Matusalén, el más viejo

Es un pino de bristlecone (Pinus longaeva) de 4789 años. Vive en el Bosque Nacional Inyo, en las Montañas Blancas de California. Ostenta el récord desde que otro ejemplar de su misma especie, Prometeo, fue talado por accidente en 1964 con 4847 años por un estudiante. Fue una vez cercenado cuando la ciencia descubrió su inconmensurable edad.

Estos pinos, a menudo parecen estar muertos, deteriorados y sin hojas. Es su estado natural para afrontar las duras condiciones en las que habitan, en altísima montaña sin apenas agua ni terreno al que agarrarse y del que alimentarse.

El tronco más grande

Desde hace más de 2000 años hunde sus raíces en Santa María de Tule, tiempo en el que ha desarrollado su copa de 45 metros de diámetro, que le hace merecer el título del árbol más ancho del mundo. Es un Taxodium mucronatum o ahuehuete, sabino o ciprés de Moctezuma. Su nudoso tronco es un muro de madera de 14 metros. Para abrazarlo son necesarias 30 personas con las manos entrelazadas. Para su conservación y protección, en 2003 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

El roble Jozef, árbol europeo del año

Durante la Segunda Guerra Mundial este roble inglés (Quercus robur) que crece en Polonia se convirtió en refugio para una familia judía que se escondía de los nazis. Formaba parte del jardín de la mansión de la familia Mycielski, en la aldea de Wisniowa. La casa se convirtió en centro cultural e intelectual de la región y el árbol en todo un símbolo. Tanto es así que su imagen fue impresa en el billete polaco de 100 złoty. Este año el roble Józef, con más de 650 años, ha sido nombrado Árbol Europeo del Año.

El árbol dinosaurio

En 1994 un guardabosques llamado David Noble paseaba por uno de los lugares más recónditos del parque nacional de Wollemi, en una garganta de las Montañas Azules, en Australia, cuando tuvo una visión increíble. Ante sus ojos se erigía un grupo de árboles que se creían extinguidos desde el Jurásico. Solo se conocían por fósiles de hace 90 millones de años. Fue como encontrarse un Tiranosaurus rex vivo. De 40 metros de altura, con hojas perennes de color azulado. Hoy son conocidos como pinos de Wollemi (Wollemia nobilis), aunque son de la familia de las araucarias.

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