El reto es grande. Para combatir el cambio climático no solo tenemos que frenar las emisiones de gases de efecto invernadero sino que necesitamos eliminar el exceso de dióxido de carbono de la atmósfera usando tecnología.
Los expertos aseguran que el objetivo del Acuerdo de París de lograr que la temperatura a final de este siglo supere como máximo entre 1,5 y 2 grados los niveles preindustriales es imposible de cumplir a no ser que las emisiones pasaran a ser cero de hoy a mañana.
Por eso el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) considera imprescindible el uso de tecnología que retire de la atmósfera colosales cantidades del principal gas de efecto invernadero. Sin embargo, hay voces que ponen en duda la utilidad de este maridaje entre tecnología y cambio climático.
La idea principal sobre la que pivotan la mayoría de estas soluciones para el cambio climático es capturar el CO2 en su lugar de origen, sobre todo grandes centrales eléctricas o plantas industriales. Tras ello se transportaría comprimido a un lugar de almacenamiento apropiado, como formaciones geológicas subterráneas, en las profundidades oceánicas o transformado en minerales.
Esta última opción es una de las que suscita más interés entre los científicos. Convertir el CO2 en un mineral sólido de fácil manejo y almacenaje es el sueño dorado. Un ejemplo natural son las grandes extensiones de peridotita de Omán. Fijan el carbono de aire de manera espontánea.
Un equipo de científicos liderados por Peter B. Kelemen, geólogo de la Universidad de Columbia, está investigando las formaciones rocosas del sultanato para averiguar cómo controlar y acelerar el proceso de mineralización del carbono, aplicarlo a gran escala y a bajo coste.
Planta geotérmica de Hellisheidi, Islandia. Autor: Arni Saeberg
En Islandia han comenzado a hacerlo. La empresa Carbfix ha creado una planta piloto de captura de carbono. Está fijando en rocas basálticas el 25% del dióxido de carbono procedente de la planta de energía geotermal de Hellisheidi. Disuelve el gas en agua dulce o salada, que se inyecta en las rocas, donde queda retenido.
Cómo evitar el calentamiento global capturando dióxido de carbono directamente del aire es la otra tecnología en pleno desarrollo. La compañía suiza Climeworks ha creado un sistema experimental a base de filtros del tamaño de una lavadora que retienen el carbono. Por el momento la cantidad de dióxido de carbono que puede retener el sistema es bastante discreto. El gas capturado se puede almacenar o usar para estimular el crecimiento de plantas en invernaderos.
Sistema de captura de carbono del aire. Autor: Climeworks
No todas las voces están a favor de las tecnologías de captura de carbono. “No podemos confiar en que la tecnología venga a rescatarnos”, asegura Michael Norton, director del programa de medioambiente del Consejo Asesor del Consejo de Ciencias Europeo (EASAC), que ha elaborado un informe crítico sobre el asunto.
Las expectativas son “excesivamente optimistas”, apunta. Considera que la tecnología es un parche de emergencia que nos ayudará a frenar el calentamiento global, pero que distrae de lo importante: replantearnos cómo consumimos y producimos para hacer de la sostenibilidad un modo de vida.
Las emisiones anuales actuales en todo el mundo se acercan a los 40.000 millones de toneladas. Para cumplir el objetivo de París habrá que capturar cantidades colosales de carbono. Jim Hansen, durante años jefe de ciencias climáticas de la NASA, calcula que sería necesario reducir un 12,5% de dióxido de carbono de la atmósfera para poder lograrlo. “Habría que eliminar de la atmósfera 10 gigatoneladas de CO2 por año para 2050. Para eso no solo hace falta desarrollar tecnología sino implementarla y a gran escala. Eso tomará 30 años«, asegura la experta en desarrollo sostenible Lil Fuhr , de la Fundación Heinrich Böll.
Basalto con el carbono acumulado en sus poros. Autora: Sandra O Snaebjornsdottir
Hay suspicacias entre los críticos con la utilidad de la tecnología para combatir el cambio climático. «Durante décadas la industria de combustibles fósiles ha financiado a los escépticos del clima y, de esa manera, ha evitado que se tomen medidas para evitar el calentamiento. Ahora están empezando a presentar estas tecnologías mágicas”, añade Fuhr.
Con esta información sobre el cambio climático, algunos auguraron una revolución de las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono. Sin embargo, apenas hay 20 proyectos a gran escala en todo el mundo y sí mucho escepticismo sobre su utilidad. Con este panorama está claro que, por el momento, la tecnología no nos salvará del cambio climático.
La mejor solución es dejar de contaminar la atmósfera y usar energías alternativas hidroeléctrica, la geotérmica, la solar, la eólica y biomasa. La energía hidroeléctrica es la más abundante de Guatemala, debido a la cantidad de ríos y una orografía privilegiada para pequeñas y medianas centrales hidroeléctricas. deberían de empezar a dar el ejemplo los países más contaminantes del Mundo. China, USA, India, Rusia y Japón. Todos tenemos algo en común una casa donde vivimos y nuestra casa grande la tierra. Que Dios les de salud y sabiduría a nuestros científicos para salvar nuestro bello planeta. gracias por su esfuerzo.
Sin duda no toda la solución está en la tecnología. En la era actual sobre valoramos la aplicación de la tecnología para resolver problemas y necesidades que bien podrían evitarse o controlarse de una manera más sencilla, inmediata y barata (?). A pesar de la existencia de múltiples alternativas para atender el tema del cambio climático, debemos tomar en cuenta varias cosas: 1) cualquier tecnología (inclúyanse las llamadas «limpias» o «renovables») consume energía y agua y genera residuos; 2) Debemos empezar por reducir la demanda de bienes y servicios y hacer un consumo más responsable y consciente; 3) Como el punto anterior parece casi imposible de lograr en la mayoría de la población, lo que nos queda es seguir mejorando las tecnologías que ayuden a los sistemas naturales para manejar las altas tasas de emisiones y de residuos que nuestros estilos de vida generan.
A la par de la protección al ambiente y el desarrollo tecnológico, debemos crear conciencia y establecer programas y regulaciones encaminados en una transformación de nuestros sistemas (sociales, energéticos, etc.). Cuando organismos como la Agencia Internacional de Energía plantean escenarios a 2050 y una gama de alternativas tecnológicas para lograr la reducción de emisiones, no es que se trate de una campaña de marketing para decir que una u otra tecnología es mejor que otra, a mí me parece un llamado urgente a tomar acción y que el maridaje entre alternativas tecnológicas y naturales es indispensable para frenar el caos que nosotros mismos hemos y estamos creando.