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Movimiento Smart City: tecnología al servicio de la ciudadanía

Farolas que se apagan cuando nadie pasa por la calle, servicios públicos de préstamo de bicicletas, medios de transporte compartidos y aparcamientos, sistemas de monitorización de la calidad del aire, las condiciones climatológicas o la polución … son algunas de las aplicaciones más frecuentes dentro de las “smart cities”. Seguramente hayas escuchado este término alguna vez. Ahora , que está cobrando cada vez más relevancia a medida que se desarrollan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).  y a medida que se desarrollan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), este cobra cada vez más relevancia

Pero ¿qué es en realidad una “smart city”? Difícil dar una definición exacta a un concepto tan reciente y en fase de crecimiento. Como primera aproximación, las “smart cities” o “ciudades inteligentes” consisten en áreas urbanas que favorecen el desarrollo económico sostenible, la gobernanza participativa, y la alta calidad de vida a sus habitantes mediante el uso intensivo de las TIC en campos como la comunicación, la movilidad, el medio ambiente o la eficiencia energética.

Un informe de la ONU apunta que las migraciones del campo a la ciudad son imparables: en los últimos cuarenta años las ciudades han aumentado su población en un 15% y se espera que el 60% de la población mundial viva en ciudades en 2030. La “inteligencia” aplicada a los espacios geográficos urbanos es clave para el bienestar.

 

Mejorar la calidad de vida

ciudadano conectado smart city

El ciudadano “conectado”, centro de la smart city
Foto de Natureaddict vía Pixabay (cc)

El objetivo de este tipo de iniciativas es elevar el nivel de vida de la ciudadanía basándose en a cuatro vectores:

  1. Medioambiental: cuestiones ambientales (aire, agua, ruidos y residuos) y restricciones energéticas.
  2. Comunicativo: ágil entre todos los actores: ciudadanía, gobierno, empresa y colectivos.
  3. Colaborativo: aprovechar la participación ciudadana para compartir bienes y servicios, fomentando la creación de nuevas formas de relación (economía colaborativa, alquiler vs compra de servicios y productos) y modelos de negocio.
  4. Tecnológico: integración de las TIC, sensores, robótica y transporte inteligente. En el ámbito smart se emplea de forma frecuente el término “Internet of Things (IoT o “Internet de las cosas”) para definir la interconexión de objetos cotidianos con internet.

 

Algunas aplicaciones concretas que se están popularizando de la mano de las smart cities son:

  • Alumbrado inteligente: una de las áreas que está experimentando mayor crecimiento, consiste en desarrollar sistemas que regulen de forma automática la intensidad de la iluminación urbana, gestionando la energía de forma más eficiente, reduciendo costes e impacto ambiental.
  • Monitorización ambiental: mediante el empleo de sensores que determinen el grado de polución, la humedad o la temperatura. En el ámbito de la gestión de residuos y  la limpieza viaria, este tipo de sistemas permiten mejorar la eficiencia de las rutas de recogida.
  • Transporte compartido y sostenible: sistemas de alquiler de bicicletas, vehículos compartidos (carsharing), viajes compartidos (carpooling) o el auge de modelos basados en el alquiler por horas de coches eléctricos.
  • Planificación de desplazamientos: sistemas que utilizan datos abiertos para indicar la mejor ruta entre dos puntos dentro de la ciudad. Cada vez más sofisticados, estos sistemas permiten un grado de personalización mayor al combinar preferencias como el coste, la seguridad o la huella de carbono.

La escuela de negocios IESE elabora anualmente el ranking de ciudades inteligentes Cities in Motion, evaluando 181 ciudades en todo el mundo en base a 10 dimensiones: economía, tecnología, capital humano, cohesión social, impacto internacional, medio ambiente, movilidad y transporte, planificación urbana, gestión pública y gobernanza. En los puestos de cabeza están Nueva York, smart city del 2016 en la Smart City Expo World Congress de Barcelona, Londres y París. En España, empiezan a surgir ejemplos en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia, A Coruña o Sevilla. Estaremos pendientes de su evolución.

 

 

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