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Alberto Gómez Castillo

Director de Ephymera Sostenibilidad

Alberto es licenciado en Ciencias Biológicas y cuenta con un Máster en Gestión Ambiental por la Universidad Politécnica de Madrid. Con una amplia trayectoria en el ámbito de la gestión de sostenibilidad y la RSC en empresas, en la actualidad es director de Ephymera Sostenibilidad. La firma está especializada en consultoría estratégica de sostenibilidad para la industria de los eventos. Alberto es también Presidente de la Red Iberoamericana para la Sustentabilidad en Eventos.

Reciclaje y sostenibilidad, valores que vibran en los festivales de música

Los festivales de música son todo un acontecimiento. Así se deduce de la expectación generada cada año en torno a grandes eventos de renombre como el FIB, que ya está realizando sus primeras confirmaciones, o el Primavera Sound, que se encuentra ultimando su plantel. Y es que desde los carteles y las novedades de los grupos hasta el impacto turístico y económico en las localidades donde se celebran son noticia en cada edición.

Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que este tipo de eventos tienen una vertiente que no debemos descuidar: la medioambiental. Un festival puede ser ‘más’ sostenible y la verdad es que ese “MÁS” lo cambia todo, ya que implica que si los organizadores del evento son capaces de incorporar ciertos criterios operativos de sostenibilidad en la producción del festival, los impactos ocasionados pueden disminuir o compensarse por algún mecanismo.

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Un ejemplo claro lo tenemos en la buena gestión del reciclaje de residuos que se hace con éxito en algunos festivales importantes, como es el caso de DCODE, Coca Cola Music Experience on the Beach o el mítico Lollapalooza. Todos estos festivales han desarrollado programas propios que les han llevado a unas óptimas cuotas de recuperación de sus residuos para reciclaje. Así DCODE desarrolla el programa ECODE, y Lollapalooza edición Chile desarrolla “Recicla y Rockea”. Estos festivales han sido capaces de entender que ejecutar un plan integral de limpieza en tiempo real de las instalaciones, utilizando la recogida selectiva de residuos como sistema para poder hacerlo, ha conseguido no sólo ahorrar dinero en la limpieza final del recinto, sino además mantener las instalaciones limpias en todo momento, con la consiguiente satisfacción por parte del público asistente. Y por supuesto todo ello se traduce en términos económicos, tanto por ahorro en costes, como por incremento en la venta de entradas por asistentes que vuelven al festival al siguiente año y que incluso lo han recomendado a sus conocidos.

 

 

Otro ejemplo es lo relacionado con la compensación de gases de efecto invernadero.

«Como consultor que se ha tenido que enfrentar en varias ocasiones a la ardua tarea de tener que medir la huella de carbono de un festival, he podido apreciar siempre dos variables que se han repetido cada vez que un festival de música ha medido y compensado sus emisiones de CO2 a la atmósfera. De un lado el público se siente más comprometido con los festivales que realizan este tipo de prácticas, y esto es algo que se nota prestando atención al diálogo que se genera en redes sociales y otros medios frecuentados por el ‘target’ de asistentes del festival tras hacer pública la compensación de la huella de carbono del festival. De otro lado, también aprecio cómo, pese a que compensar las emisiones de CO2 supone un coste económico para los organizadores, estos muestran siempre un alto grado de satisfacción llevando a cabo este tipo de acciones.»

«Por todo ello, estoy muy convencido de que la sostenibilidad será cada vez más tenida en cuenta por aquellos festivales con vocación de éxito y de permanencia, al considerarla no sólo como un añadido que aporta valor al evento, sino como una variable más que se debe de tener en cuenta dentro del negocio del espectáculo y la música en vivo.»

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