Entre los múltiples males que están provocando el declive de las abejas, el cambio climático gana protagonismo. En este post contamos cómo está afectando a estos insectos, su papel esencial en los ecosistemas y nuestra economía, qué podemos evitar para evitar su extinción, y algunos mitos relacionados con ello.
Cómo afecta el cambio climático a las abejas
El descenso de las poblaciones de abejas a nivel mundial se conoce desde hace más de medio siglo, pero en los últimos años su ritmo se ha acelerado. En Estados Unidos incluso acuñaron el término “síndrome de despoblamiento de las colmenas” por las pérdidas repentinas de sus colonias, un hecho que sucede en otras partes del mundo. Los científicos señalan múltiples causas combinadas para explicarlo, entre ellas, el cambio climático, que está agravando los impactos.
España es especialmente vulnerable y de manera doble, como señala el informe “Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la apicultura mediterránea”, presentado por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC). Por un lado, porque es uno de los países más sensibles del mundo al cambio climático por su ubicación y su tejido socio-económico, muy relacionado con los impactos climáticos. Y, por otro lado, porque es el primer país del mundo en número de colmenas (hay unos 2,4 millones).
Colmena. Imagen vía: Pixabay
Qué nos aportan las abejas
Las abejas son clave para los ecosistemas y los seres humanos. Como subraya Sonia Castañeda, directora de la Fundación Biodiversidad, “se estima que un tercio de la alimentación humana depende de la polinización por insectos, entre ellos las abejas, además de un número considerable de medicinas de origen vegetal. Los polinizadores desarrollan, por tanto, una función clave en la naturaleza, de la que a menudo no somos conscientes”.
En este sentido, se ha calculado el valor económico de la polinización de las abejas. El proyecto Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB en sus siglas en inglés), una iniciativa internacional para llamar la atención sobre los beneficios económicos globales de la biodiversidad, lo estima en unos 235.000 millones de euros anuales, mientras que Greenpeace eleva dicha cantidad hasta los 265.000 millones.
Abeja polinizando. Imagen vía: Pixabay
Causas del declive de las abejas y qué podemos hacer
Según los responsables del estudio de la OECC, el cambio climático está provocando o contribuyendo al aumento de diversos impactos que afectan a las abejas: incremento de las temperaturas y de los fenómenos naturales extremos, escasas e irregulares lluvias, expansión de las patologías que las dañan (en especial el ácaro varroa) o de especies invasoras, como la avispa asiática, o disminución de la floración y del contenido alimenticio del polen.
Las abejas se enfrentan además a otras amenazas causadas también por los seres humanos, como la pérdida y fragmentación de los hábitats, las intoxicaciones con insecticidas y otras sustancias químicas (como los neonicotinoides), la contaminación atmosférica, etcétera.
Además de ser conscientes del problema, los ecólatras podemos ayudar a las abejas más de lo que pensamos:
- Plantando flores y plantas beneficiosas para las abejas, ya sea en el campo o cultivando cerca de casa un huerto urbano.
- Apoyando iniciativas de ayuda a las abejas, ya sea de carácter institucional o de ONG como Greenpeace y su campaña “Salvemos a las abejas” , la Fundación Amigos de las Abejas, o el proyecto “Apadrina una colmena” de Ecocolmena.
- Formando parte del movimiento mundial “Global Beekeeping” y montando una colmena urbana para producir miel.
- Consumiendo productos apícolas locales, y contribuir de esta forma a que este sector sobreviva.
- Cuidando nuestro entorno natural: Siempre hay que respetar la naturaleza, y por las abejas un motivo más. En caso de que veamos impactos ambientales en nuestro entorno, o la expansión de sus enemigos, como la avispa asiática, podemos avisar a las instituciones ambientales.
Colmena urbana. Imagen vía: Pixabay
Qué pasa si se extinguen las abejas (y otros falsos mitos)
Desde hace años circula una frase que supuestamente Albert Einstein habría pronunciado en 1955, poco tiempo antes de morir: “Si las abejas desaparecieran de la Tierra, a los humanos nos quedarían cuatro años de vida”.
Sin embargo, no se ha encontrado el origen real de esta cita, y ni siquiera es cierta, como explica la Asociación de Apicultores de Girona (AGA en sus siglas en catalán) en un artículo sobre los mitos de la extinción de las abejas y qué nos pasaría. Según estos profesionales, las abejas son resistentes y es poco probable que se extingan, al menos en un futuro próximo. En caso de que ocurriera, la humanidad no desaparecería, aunque lo pasaría mal, ya que habría menos variedad de alimentos y sus precios aumentarían.
Miel. Imagen vía: Pixabay
Y es que las abejas melíferas (las de la miel) no son las únicas polinizadoras. Diversos insectos, pájaros, murciélagos, y en especial el viento, se encargan también de este proceso, esencial para la reproducción de las plantas. Incluso se podría hacer con nuevas tecnologías o a mano, como ya hacen en China, aunque elevaría el precio de los productos relacionados.
Otra cuestión que conviene tener en cuenta es que, si se ayuda en exceso a las abejas melíferas, podríamos perjudicar a sus “hermanas” silvestres, que también contribuyen a la polinización. Así lo ha señalado por ejemplo un estudio publicado por Ainhoa Magrach, científica del Centro Vasco de Cambio Climático (BC3), que ha investigado esta cuestión en la Estación Biológica de Doñana.