Dentro video https://www.dailymotion.com/video/x6pcl6y (imagen de Disney)
La cara de sorpresa de Pluto y Minnie no es casual: este fotograma pertenece al corto “De la sartén a la línea del frente” que la factoría Disney publicó en 1942 y forma parte de una serie de anuncios gubernamentales proyectados durante la II Guerra Mundial. En el corto se anima a los hogares americanos a almacenar aceites y grasas de fritura y llevarlos a la carnicería más cercana, donde serán entregados al gobierno para producir glicerina, un compuesto químico necesario para fabricar explosivos y municiones: “Una sartén de grasa es una mini fábrica de municiones”, dice la voz en off ante la mirada atónita de los personajes de Disney.
De hecho, recolectar grasas, mantequillas y restos de carne fue una práctica muy común y alentada en la historia del reciclaje durante la II Guerra Mundial, tiempo en el que el uso racional de los recursos era extremadamente necesario para soportar el esfuerzo de guerra.
Carteles de propaganda del artista Walter Richards y del Gobierno americano animando a reciclar grasas (1943). Vía Cartoonresearch y Sarah Sundin.
En la actualidad, reciclamos por una variedad de razones, generalmente por responsabilidad y concienciación ambiental. Durante la II Guerra Mundial los motivos para reciclar eran muy diferentes: en países como Estados Unidos o Reino Unido simplemente no había suficientes materias primas para fabricar los bienes necesarios para soportar la guerra. El reciclaje formaba parte importante de “la línea de frente casera” y los Gobiernos lanzaban encendidos mensajes con la intención de que los ciudadanos pusieran su granito de arena. En tiempos de guerra, las 3 Rs (reducción, reutilización y reciclaje) no eran una opción sino una obligación para conseguir la victoria.
Reducción del desperdicio alimentario: la comida es un arma
Carteles de UNT Digital Library y de Country Life
Con las costas inglesas cercadas por los submarinos alemanes, resultaba difícil entregar mercancías de todo tipo procedentes de los países aliados, entre ellas alimentos. La propaganda británica utilizaba eslóganes tan directos y pegadizos como “La comida es un arma” para involucrar a la gente a cocinar solo lo necesario.
Los escasos desechos alimentarios se empleaban para hacer pienso para animales, se despejaron terrenos para crear granjas comunitarias improvisadas y se animó a cultivar en casa lo que fuera posible.
Racionamiento, reparación y reutilización
Cupones de racionamiento de prendas. Vía Imperial War Museums.
La historia del reciclaje en la Segunda Guerra Mundial quedó marcada cuando el Gobierno británico se vio obligado a imponer el racionamiento de prendas en 1941 para garantizar una gestión más equitativa entre la población, mediante un peculiar esquema que asignaba un valor en puntos o cupones a cada tipo de prenda: 2 para un par de medias o 18 para un abrigo, por ejemplo. Cada persona adulta recibía 66 puntos que podía utilizar durante 1 año.
Todo es susceptible de ser reutilizado con imaginación, algo que abunda en tiempos de guerra. Por ejemplo, encajes, cordones, puntillas o trapos viejos se reciclaban como vendas, difíciles de conseguir dada la escasez de algodón. El Gobierno británico animaba al pueblo a arreglar muebles rotos o a reutilizar la ropa vieja para hacer nuevas prendas o trapos.
Reciclar para la victoria
Campaña animando a reparar, remendar y reutilizar. Vía British Metal Signs
Casi todos los materiales se recolectaban y se reciclaban para alimentar la maquinaria industrial. El papel y el cartón se utilizaban de múltiples formas: desde envoltorios para armas y munición hasta aislantes de cartón para bunkers y refugios antiaéreos.
Cartel de reciclaje de papel vía Pinterest
Sin duda, lo más ansiado de toda la historia del reciclaje durante la guerra mundial eran los metales, de todo tipo y procedencias. Viejas ollas y sartenes, juguetes de niños o vallas y mobiliario urbano se fundían de nuevo para fabricar armas, municiones, cascos o carros de combate. En Estados Unidos, grupos de Boy Scouts y comunidades de vecinos organizaban rondas puerta a puerta para recolectar cualquier tipo de chatarra y metales viejos. También metales más ligeros como el aluminio o el estaño se utilizaban, sobre todo, en la Fuerza Aérea. Prácticamente cualquier objeto metálico podía alimentar la maquinaria bélica.
Video Gubernamental de EEUU para fomentar el reciclaje y la reutilización de chatarra y caucho
Otros materiales como el caucho de los neumáticos se reciclaron para fabricar tanques, aviones, máscaras de gas o balsas salvavidas para la Marina. Incluso el nylon de las medias se reciclaba para hacer paracaídas.