Thilafushi es una isla perteneciente al archipiélago de las Maldivas. Pero no esperes un paraíso: esta isla artificial es un gran vertedero gigante de ahí su nombre popular “trash island”. Todos los días esta isla acoge toneladas y toneladas de residuos, provenientes en su mayor parte de los turistas. Quizás por ello no es casual que estas islas paradisíacas tengan los niveles más altos de microplásticos del mundo en sus playas y aguas cercanas.
Esta circunstancia no es exclusiva de las Maldivas: se estima que cada kilómetro cuadrado del océano tiene unos 63.320 de pequeños fragmentos de residuos plásticos flotando en su superficie, con concentraciones mucho más elevadas en aguas de Asia del Este.
En este artículo hablaremos sobre los microplásticos, qué daños producen, cómo afectan a los ecosistemas y a la salud de las personas y qué se está haciendo para enfrentar este problema de escala global.
¿Qué son los microplásticos?
Estas partículas plásticas tienen tamaños que van desde un virus a la cabeza de un alfiler. Precisamente su pequeño tamaño hizo que durante años no se les prestara atención, aunque ahora sabemos que precisamente sus escasas dimensiones suponen un gran riesgo para el medio ambiente.
La primera vez que apareció este concepto en un estudio científico fue hace dos décadas en la revista Science en la publicación Perdido en el mar: ¿dónde está todo el plástico?. El equipo liderado por el científico británico Richard Thompson se refería de esta manera a los residuos de plástico observables por un microscopio.
No obstante, con el paso del tiempo se consideran microplásticos aquellos materiales de dimensiones comprendidas entre 5 mm y 1 µm (no visibles al ojo humano), susceptibles de ser ingeridos por organismos marinos. Por debajo de 1 µm se suele hablar ya de nanoplásticos.
El problema de los microplásticos es que no se descomponen fácilmente en moléculas inocuas, de hecho pueden tardar cientos o miles de años en descomponerse y, en este periplo, provocar terribles consecuencias en los ecosistemas marinos.
¿De dónde salen los microplásticos?
Se han encontrado microplásticos en casi todos los lugares donde los investigadores han buscado. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN de sus siglas en inglés) establece esta clasificación:
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Microplásticos en el lavado de ropa sintética
Gran parte de nuestra ropa se fabrica a partir de tejidos plásticos. Al lavarla se desprenden fibras plásticas de pequeño tamaño que acaban en los circuitos de depuración de aguas y, en algunos casos, esparciéndose en el entorno. Una investigación publicada en la revista Nature calcula que una lavadora puede producir hasta 308 mg de microplásticos por cada kilo de ropa lavada.
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Microplásticos en la degradación de los neumáticos
Los neumáticos figuran entre los contaminantes plásticos más habituales del planeta. Están formados por caucho natural y caucho sintético, además de metal y otros materiales. Cuando el caucho se desgasta, se desprenden estas partículas que suelen ser arrastrados por las lluvias y el viento y acabar como contaminantes en los mares y otros cursos de agua. Se estima que casi el 30% de los microplásticos provienen del desgaste de los neumáticos.
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Microplásticos de las actividades marítimas
Son los aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados. Su constante erosión libera grandes cantidades de estas partículas directamente al mar. Más de un 10% de estos residuos plásticos provienen de esta fuente.
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Microplásticos en cosméticos
Un 2% de la cantidad de microplásticos se atribuye a exfoliantes o dentífricos a los que intencionalmente se les añaden partículas compuestas de polietileno. Tras su uso, viajan por nuestros desagües hasta los cuerpos de agua.
Existen otras muchas fuentes, a cada cual más curiosa: césped artificial, toallitas húmedas para bebés, bolsitas de té, colillas de cigarrillos, etc.
¿Cómo afecta el consumo de microplásticos al ser humano?
No importa su tamaño, los residuos plásticos mal tratados o vertidos son extremadamente dañinos para el medioambiente y para la salud de las personas: los animales comen estos microplásticos y entran en la cadena trófica hasta llegar a nuestros platos. También se pueden encontrar en el agua que consumimos o en frutas y verduras. Se estima que cada persona ingiere el equivalente a una tarjeta de crédito de microplásticos a la semana.
Si se han encontrado microplásticos en los polos, no resulta ya tan sorprendente que estén también en nuestra comida. Y al ser de tamaño tan minúsculo (nanoplásticos) pueden incluso atravesar las paredes celulares de ciertos microorganismos, lo que los hace particularmente peligrosos. Se han encontrado ya en la leche materna, en los pulmones e incluso en el corazón.
Los expertos aún no están del todo seguros sobre la cantidad de microplásticos que un cuerpo puede tolerar o cuánto daño pueden hacer. Aún así el informe “De la contaminación a la solución” (PNUMA, 2021) alertaba de que las sustancias químicas presentes en los microplásticos «están asociadas a graves consecuencias para la salud, especialmente en las mujeres». Entre ellas se cuentan alteraciones de la genética humana, del desarrollo cerebral y de la frecuencia respiratoria, entre otros problemas de salud.
Acciones para acabar con los microplásticos.
Se está haciendo mucho pero queda mucho por hacer. Y citando a Thompson (el de los microplásticos):
“Aunque por algún milagro lográramos que no llegasen más residuos a los mares, todavía tendríamos microplásticos formándose durante décadas debido a la descomposición de la basura que ya está presente”.
Lo que sí es cierto es que hay muchas personas a nivel global enfocadas en aportar soluciones. También se trata de legislar en esta línea, al menos para evitar nuevas fuentes de microplásticos que agraven el problema. Un par de ejemplos de políticas para frenarlo son las nuevas reglas aprobadas recientemente en Europa, que hacen frente a los plásticos de usar y tirar. O la elaboración del primer tratado mundial jurídicamente vinculante sobre los plásticos en el que trabaja la ONU.
¿Qué puedes hacer tú para reducir los microplásticos?
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Reduce los plásticos desde el carro de la compra
La forma directa de reducir tu impacto sobre este problema es minimizar la cantidad de plástico que consumes. Elige de preferencia los productos a granel y evita los que vengan sobreenvasados.
Acuérdate de separar adecuadamente los residuos plásticos que generes inevitablemente para facilitar su reciclaje posterior.
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Compra menos y mejor
Por ejemplo, en lo relacionado a la ropa. Si es posible, selecciona fibras naturales (algodón orgánico, lino…). Tampoco es necesario que te deshagas ahora de todo tu armario. Usa lo que tienes y elige bien tus próximas adquisiciones. También puedes instalar filtros específicos en tu lavadora para recoger estas partículas tras cada lavado.
Pasar a la acción
Ser parte activa de la solución acompañados de otras personas nos da una motivación extra en un escenario como este. Organízate en colectivos o asociaciones para mejorar espacios naturales: participar de recogidas de basura en las playas, concienciar a otras personas, proyectar documentales divulgativos sobre problemas ambientales… La imaginación es el límite.
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Pasar a la acción
Ser parte activa de la solución acompañados de otras personas nos da una motivación extra en un escenario como este. Organízate en colectivos o asociaciones para mejorar espacios naturales: participar de recogidas de basura en las playas, concienciar a otras personas, proyectar documentales divulgativos sobre problemas ambientales… La imaginación es el límite.