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Rascacielos verdes para alimentar a la humanidad

Invernaderos tan altos como rascacielos salpicarán las ciudades coloreándolas de un refrescante verde en un futuro no muy lejano. Gracias a ellos tendremos los alimentos frescos a un tiro de piedra, no contaminaremos los suelos con fertilizantes y pesticidas y ahorraremos en espacio y agua. Estas granjas verticales están en pleno desarrollo y hay quién apuesta por ellas como la agricultura que nos alimentará en el futuro.

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Las granjas verticales son grandes estructuras diseñadas para alojar cultivos en el mínimo espacio posible. Las plantas se colocarían en pisos móviles que se desplazarían en función del movimiento del sol. Así todos los cultivos recibirían la luz necesaria para realizar la fotosíntesis. Si no fuera suficiente contarían con LED de luz ultravioleta de apoyo.

Las plantas estarían colocadas en estantes con el mínimo sustrato necesario para que las raíces se desarrollaran y pudieran absorber los nutrientes. Estos se suministrarían en las dosis precisas para que el vegetal tenga un crecimiento óptimo. Así no se contaminarían los suelos por la filtración del exceso de fertilizante. Tampoco sería necesario usar pesticidas ya que las plagas no alcanzarían el interior del huerto. En cuanto al agua, con los huertos verticales se ahorraría casi 98% del agua que se gasta en la agricultura tradicional. El líquido se recircula y se crea un sistema cerrado. Nada se tira, todo se aprovecha.

Los pisos se moverían con sistemas hidráulicos y con energía solar capturada con paneles situados en zonas estratégicas del edificio. Unas turbinas agitarían el aire del interior del edificio. Un sistema de sensores controlaría la humedad y temperatura del interior. Los cristales estarían recubiertos de un material repelente de agua para que estén permanentemente limpios y penetre el máximo de luz posible al invernadero.

Los pocos residuos que se generarían serían orgánicos, se reciclarían en forma de abono o se quemarían como combustible para abastecer otras necesidades del edificio. Cuando llegara la hora de la recolección, los pisos rotarían hasta alcanzar el suelo y los operarios recogerían la cosecha.

El impulsor intelectual de los huertos verticales es Dickson Despommier, microbiólogo y experto en salud pública de la Universidad de Columbia. Lanzó su idea en los años noventa y poco a poco se está convirtiendo en realidad. Los considera la mejor opción para alimentar a la avalancha de bocas hambrientas que está por llegar. Hoy somos 7000 millones de personas sobre la Tierra de las cuales 800 millones están desnutridas. Según los demógrafos en 2050 seremos 9000 millones, de lo que el 80% se acumulará en las ciudades. Para dar de comer a tanta gente deberíamos cultivar una superficie dos veces el tamaño de Sudamérica. Pero ya hemos ocupado con cultivos casi el 40% del planeta. Como no podemos permitirnos ocupar más, Despommier propone sacar más rendimiento a lo que tenemos con los huertos verticales.

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Uno de los primeros prototipos está en Singapur. Es un diseño de la empresa Skygreens a medio camino entre un pequeño huerto urbano y un gran rascacielos. En sus islas se agolpan 5 millones de personas. Allí las ciudades crecen a lo alto por eso los huertos verticales son ideales. Con ellos quieren abastecer de vegetales frescos a la población. Hoy en día importan el 90%.

En Estados Unidos también han puesto en marcha algún huerto vertical. En 10 kilómetros cuadrados y 7 metros de altura, el huerto Green Sense Farms, cultiva 14 pisos de lechugas con lámparas LEDS durante 22 horas al día. Consigue nada menos que 26 cosechas al año en vez de las 3 que podría cultivar con la agricultura tradicional. Al estar bajo techo, los agricultores tampoco corren el peligro de perder la cosecha si las condiciones meteorológicas son adversas.

Los huertos verticales tienen infinitas posibilidades artísticas. Es un concepto que estimula la imaginación de los arquitectos. Los diseños propuestos de rascacielos son espectaculares. En París el estudio de arquitectura SOA apuesta por un huerto en forma de rectángulo luminoso donde cultivar bananas en medio de la ciudad. Dragonfly es una estructura con forma de delicada ala de libélula sugerida por el arquitecto Vincent Callebaut para construirse en Nueva York. Un edificio poliédrico es la propuesta de Brandon Martella para construir en Londres a orillas del Támesis. Sin duda, con los huertos verticales las ciudades ganarían en sostenibilidad y belleza.

 

 

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