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Controlar el clima y la atmósfera ¿la solución al cambio climático?

A lo largo de la historia, el ser humano ha luchado por controlar el clima y dominar a la naturaleza. Desde tiempos remotos ha sido capaz de domesticar animales, crear una agricultura que alimente a su sociedad o incluso cambiar el cauce de un río.

Desde hace décadas, con el comienzo de la Revolución Industrial, y al mismo tiempo que crecía la población, las emisiones de dióxido de carbono no han dejado de aumentar en la atmósfera. Esto creó un nuevo récord este mes de abril, provocando el ya más que conocido calentamiento global y acercándonos inevitablemente al límite de la medianoche en el reloj del juicio final.

La temperatura media del planeta no deja de aumentar y también lo hacen los fenómenos meteorológicos extremos. A día de hoy, podemos considerar que estamos entrando en una nueva realidad climática, con cambios en los patrones que hasta ahora conocemos y que están poniendo en riesgo a la población, la agricultura y la economía.

Cuando una ola de calor nos afecta, o una tormenta, el ser humano no tiene cómo actuar sobre ello para desgastarlo, desplazarlo o directamente acabar con el riesgo. Uno de los problemas del cambio climático es que este tipo de fenómenos se incrementará, como también las sequías que podrán afectarnos mucho más en el futuro. Por este motivo hay quien se plantea empezar a actuar a escala planetaria para revertir el calentamiento a la vista de que los recortes de emisiones no se están cumpliendo.

 

Solucionar el cambio climático con geoingeniería 

La geoingeniería está saltando de nuevo a la escena pública después de que Bill Gates anunciara en su último libro que la geoingeniería solar podría ser una solución. Es un ejemplo sencillo de explicar: como el Sol emite radiación a nuestro planeta y tenemos muchos gases de efecto invernadero que hacen aumentar la temperatura.

Ya que no se recortan esos gases, si lanzáramos partículas al espacio como cristales que recubran el planeta, la radiación del Sol se reflejaría hacia el espacio, sin llegar a nosotros, provocando un efecto sombra. Serían como pequeñas sombrillas de playa, diminutas, flotando a nuestro alrededor que nos ayudarían, en principio, a no seguir calentándonos, pero por supuesto, no conocemos sus efectos secundarios.

Esto ya se plantea como opción, así como capturar el CO2 y meterlo en el subsuelo o fertilizar los océanos para que haya más fitoplancton que atrape este gas, aunque eso conllevaría a una acidificación y la desaparición de multitud de ecosistemas marinos.

También existen técnicas a escala local o regional para poder actuar sobre la atmósfera. Desde hace años se utilizan pequeños cohetes cargados de yoduro de plata que explotan en el interior de las nubes para provocar lluvia, actuando cada una de las partículas como núcleos de condensación y así favoreciendo la precipitación, aunque también se ha intentado usar para evitar el desarrollo de tormentas que pudieran provocar granizo con una muy baja efectividad.

 

Una tecnología real pero muy desconocida 

Hace años Estados Unidos intentó usar esta tecnología contra los huracanes que afectan a su territorio, pero abandonaron el proyecto al no arrojar resultados. De forma más reciente, en los Juegos Olímpicos de Pekín, se sembró el cielo durante días con estas partículas para evitar lluvias que pudieran aguar la inauguración y muy especialmente los fuegos artificiales. Hay decenas de ejemplos por todo el mundo, incluso aún se comercializan estos cohetes en el mercado negro en España, aunque en la mayor parte de los casos son requisados por las autoridades al carecer de legalidad.

Supongamos ahora que se consigue la técnica y el elemento químico perfecto para actuar a capricho sobre las nubes ¿podríamos manipular el cielo a nuestro antojo? Este deseo está ganando adeptos a medida que se constata que lucha contra el cambio climático no está siendo efectiva y que hay que buscar soluciones basadas en la tecnología. Actuar contra un huracán antes de que toca tierra dejando miles de fallecidos, o provocar lluvia en una zona donde su población muere de sed, pueden ser algunos ejemplos de dónde se podría emplear, aunque también tendríamos que valorar cuándo y dónde.

 

nieve derretida antes de tiempo desventajas de controlar el clima

 

Esto podría suponer graves conflictos, por ejemplo, entre el sector turístico y el sector agrícola de países como el nuestro, donde unos pedirían tener sol para sus clientes y otros que lloviera para regar las plantas que comemos. Pensemos también en las problemáticas entre distintos países por un recurso tan necesario como el agua. Por suerte, aún no hemos llegado a tener este control del clima, y quizá nunca lleguemos a tenerlo, pero cada día parece más una realidad cercana.

Lo que si sabemos y tenemos muy claro es que hay una forma real de luchar contra el cambio climático y evitar sus efectos, y es disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Tenemos la solución real ya sobre la mesa, pero no se está aplicando como debería.

 

Los problemas éticos de la geoingeniería, ¿controlar el clima?

El amplio abanico de nuevas posibilidades que trae consigo la geoingeniería, así como los cambios que esta nueva técnica presentaría para la vida en la Tierra tal y como la conocemos, merecen que nos detengamos a reflexionar con prudencia sobre las implicaciones éticas y bioéticas de este nuevo campo de estudio.

Cuando las nuevas tecnologías tienden la mano al proceso deliberativo, están apostando por una toma de decisiones responsable, valorando cada una de las variables posibles para ejercer la acción más conveniente y ventajosa.

Respecto a la mejora del clima, sería necesario clarificar qué entendemos por ‘mejora’, pues los términos mejor y peor en abstracto dicen poco, pero esto cambia si añadimos un “en qué”, “para quién” o, en este caso, “dónde”.

Las modificaciones climáticas que se pueden necesitar para una mejora en las condiciones de vida, incluso de flora y fauna, en lugares donde priman las sequías, no serán las mismas que las que demandarían quienes viven y habitan en climas húmedos. Las circunstancias ambientales de cada lugar reclamarían unos cambios distintos, y lo que sería considerado mejor para unos, podría ser una catástrofe para otros.

 

ecosistema marino

 

Esto nos llevaría a realizar un exhaustivo análisis de la situación de cada localización geográfica para conseguir frenar el cambio climático, pero las aplicaciones de la geoingeniería también encontrarían detractores, pues si para frenar el incremento de la temperatura media global se tuvieran que bajar las temperaturas e incrementar las lluvias, el sector del turismo en su mayoría se vería perjudicado.

Sería de vital importancia tener en cuenta quiénes determinarían qué es una mejora climática. No es cuestión baladí, dado que según dónde resida el poder de la toma de decisiones, encontraremos unos u otros resultados.

La geoingeniería conlleva una gran responsabilidad ética que si no se ejerce activamente puede acarrear serios problemas, como hacer de esta nueva tecnología un negocio privado que obedezca a intereses particulares.

 

Leyendas urbanas de la geoingeniería, ¿qué son los chemtrails o líneas blancas en el cielo?

Pese a todo esto, aún no existe ninguna técnica con efectividad alta y real para utilizar en la atmósfera. A ello se ha unido el gran desconocimiento que existe en general sobre estas técnicas y ello ha llevado al nacimiento de algunas leyendas urbanas como la de los “chemtrails”.

Bajo esta palabra inglesa de la conjugación de “chemical trails”, es decir, trayectorias químicas, mucha gente confunde las estelas de condensación y humo que dejan los aviones de pasajeros y mercancías en el cielo con técnicas de geoingeniería, pero nada tiene que ver.

Del mismo modo que un coche que tenga un motor de combustión suelta humo por el tubo de escape, también lo hace un avión, con la diferencia que a miles de metros de altura hace mucho más frío y se produce una condensación mucho más llamativa que deja esas peculiares líneas sobre nuestras cabezas.

 

chemtrails en el cielo saliendo de un avión

 

Por ahora, estas líneas seguirán siendo las únicas que tengamos en cielo. Esperemos.

Qué te ha parecido el post, ¿crees que es posible controlar el clima?, ¿te parece una posible solución para evitar ciertas condiciones climáticas adversas o por el contrario te parece un problema ético? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!

*Post escrito en colaboración con la filósofa Melissa Hernández Iglesias

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